octubre 2017

Manuel Jesús Roldán

        Svetlana tenía dos graves problemas en la cama. A pesar de sus medidas de infarto, de su sensual cabellera rubia, de la rotundez de sus pechos y de la infinitud de sus piernas. Los hombres morían ante ella. Y con ella. Vestida y desnuda. Un manjar para disfrutar, le dijeron en más de una ocasión…

El primero de sus problemas en el lecho venía, cómo no, de su impronunciable nombre. Que un hombre te acaricie o te arañe la espalda mientras grita con voz entrecortada tu nombre equivocado no deja de ser anecdótico, aunque sea incómodo: ¡así Svet!, ¡más Tlani!, ¡así sí, Petlana!; ¡sigue así Vegana! o ¡por ahí, Esveti!… Para salir corriendo.

Esta noche no ha sido necesario con el caballero de turno. Delicado pero atrevido. Cortés y bien dotado. Amante de la naturalidad, me ha dicho, y enemigo de siliconas y de bolas prefabricadas. Por ahí empezó a ganarme. Y ha sabido pronunciar mi nombre. Cuando llegó el momento de empujar, empujó, vaya si lo hizo… Ningún reparo.

Quedaba la prueba de fuego. El segundo de mis problemas es posterior al acto. Una rareza mía, lo sé. Entiendo que otras mujeres lancen el último gemido en la cama y opten por dormir. Las hay que fuman el último cigarro. Campeonas existen que toman fuerzas en poco tiempo para un segundo asalto. Muy frecuente es querer tomar una copa para reponer fuerzas, y hasta hay quien opta por drogas de todo tipo. Para gustos colores. Hay quien calla, quien habla, quien filosofa y quien duerme…

Libro «Palabras como Labios» Autor Manuel Jesús Roldán

Lo mío es diferente. Lo pienso ahora mismo, con una simple blusa sobre mis caderas desnudas y sobre mis pechos aún excitados. Acaba el acto y necesito probar el manjar. Una buena tapa de ensaladilla rusa. De mi tierra, que nadie me engañe. Sin aditamentos ni experimentos: ingredientes tradicionales y puñado de picos. Bien fría. Gustosa al paladar. Tomo el primer bocado y nace el deseo de acariciar mi cuerpo. Repito. Empujo con el pico. Me excito. Mayonesa generosa sin dosificador. Melva bien despachada, como el caballero. Picos crujientes. La devoro. Para mí. Sin contemplaciones. Egoísta. Onanista…

Oigo al caballero pronunciar mi nombre desde la habitación. Sin equivocarse. Me pide. Me suplica. Implora.

–              ¡Svetlana, cariño, déjame algo! ¡Aunque sea un pico! ¡Para empujar…!

No me cabe duda. Entiende mi placer prohibido. Entiende mi pasión.  Conoce el secreto del necesario pico de la ensaladilla. Mi egoísmo oculto me susurra que es sólo para mí…

Ya le diré que empuje.

Manuel Jesús Roldán
@manuroldansal
Escritor, Historiador y  Bloguero Erótico Palabras como Labios 

 

 

[caption id="attachment_855" align="alignright" width="198"] Manuel Jesús Roldán[/caption]         Svetlana tenía dos graves problemas en la cama. A pesar de sus medidas de infarto, de su sensual cabellera rubia, de la rotundez de sus pechos y de la infinitud de

[caption id="attachment_824" align="alignright" width="300"] Juan Bustos[/caption]
La ensaladilla rusa, qué buena compañera de viaje, ensaladilla que va andando camino de las arenas, la ensaladilla que tiene un color especial, ensaladilla de nuestras entretelas, que tenemos una ensaladilla "güena" que no nos la merecemos. Ensaladilla antes de salir de nazareno, antes de irte de feria, con el botellín o con el tinto y la casera. En la barra, de tapita, antes de ir a los toros y antes de ver el partido de fútbol en el "Jamaica" o en "La Chicotá", qué buena amiga esta tapa, es tela de buena gente y socorrida siempre. Para los niños, para los mayores y para el que no le gusta nada de lo que hay en la carta: “niño, una de ensaladilla mismo home, que hoy no tengo ganas de na...”

No dejan que estropeen el invento Poniéndole ingredientes que no son, Pues luego llegará la observación Que excluye las cebollas o el pimiento.   El ODER actuará con mucho tiento En caso de añadidos y omisión, Delitos que merecen la prisión Después de darte un apercibimiento.   Los GOES que

[caption id="attachment_793" align="alignright" width="225"] Antonio Garrido[/caption] No les puedo revelar su nombre, pero puedo asegurarles que se trataba de uno de los actores españoles mas importantes de su época. Su representante, algo inexperto, se le aproximó comentándole la ultima propuesta laboral

[caption id="attachment_745" align="alignright" width="300"] Carlos Navarro Antolín[/caption]

La ensaladilla es una de las varas de medición de la felicidad más fiables. Decir de algo o de alguien que te gusta más que la ensaladilla es colocar el listón en el lugar más alto, en la cima de las preferencias, en la cúspide de las prioridades. Regalar un táper de ensaladilla equivale a conceder el Toisón de Oro de la amistad, la más alta distinción posible entre seres humanos. Entrar en un bar y oír que la ensaladilla se ha terminado es la bofetada de aire caliente que  te pega la calle tras salir de un cine fresquito. La ensaladilla sirve para honrar a los amigos, santificar las fiestas y abrir los menús con los mejores lances de capa posibles en el festejo de cualquier celebración. La ensaladilla no se comparte, debe concebirse como un bien privativo. Mejor siempre la tapa individual que meter los tenedores usados en el plato colectivo. Decorar una ensaladilla con ketchup o vinagre de Módena debería estar tipificado en el Código Penal, castigado con penas de trabajos en beneficio de la comunidad y, en caso reiterativo, con la expulsión temporal de la nación.

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