ODER

Antonio Garrido

No les puedo revelar su nombre, pero puedo asegurarles que se trataba de uno de los actores españoles mas importantes de su época. Su representante, algo inexperto, se le aproximó comentándole la ultima propuesta laboral que había llegado a su mesa. «Don XXX —le dijo— nos proponen esta película, el guión no es demasiado bueno, la producción es medioqué y el director tampoco es nada del otro mundo, creo que es su primera película. ¿Qué hacemos?», le preguntó. «Haremos la otra película», contestó don XXX. «¡No tenemos otra película!», espetó con sorpresa el representante. «Entonces, ¡¿qué me estás contando?!», sentenció nuestro protagonista. Trabajar hay que trabajar.

En otra ocasión, el representante se le acercó con dos propuestas de trabajo. Los guiones eran similares en su calidad, la producción parecida, los directores igual de prestigiosos y el sueldo idéntico. ¿Cuál escogemos?, preguntó el Manager. Nuestro actor no lo dudó ni un segundo: «¡la que tenga mejor Catering!».

Y es aquí, donde entronca esta anécdota real con lo que nos atañe, porque puedo asegurarles que no hay mayor decepción —con su consiguiente monumental cabreo— que cuando tras una ardua, tediosa y eterna jornada de rodaje, se hace la pausa para comer y te encuentras con que en el menú de ese día de primero tienes ENSALADILLA.

¡NO! Señores cocineros ambulantes. ¡NO! productores de más allá de Despeñaperros, que racaneáis la peseta. ¡No, y mil veces NO! La ENSALADILLA no se puede hacer con taquitos de «no se sabe qué»procedentes de un plástico congelado, no puede servirse en ridículos cuenquitos de cartón comprados en el chino de la esquina, ni se raciona cucharada a cucharada, como si de la cola de una prisión se tratara. ¡Lo vuestro sí que tiene carcel! Porque no hay necesidad alguna de incluirla en el menú, afortunadamente tenemos una basta gastronomía con suculentos platos mucho más propios para este tipo de situaciones.

Reconozco que no he tenido los redaños suficientes como para abandonar un rodaje cuando me he enfrentado a tamaño desagravio ante nuestro suculento manjar, me he engañado a mí mismo con el argumento de mantener la línea y no probar bocado o tan solo mantenerme ese día con un segundo y un postre. Pero sí conozco a alguna estrella del panorama interpretativo actual que ha tenido sus más y sus menos con la producción de turno por ese maltrato a la Ensaladilla, con el perjuicio que eso supone para el sector audiovisual. De lo que se deduce que ningunear a la Ensaladilla afecta negativamente a la producción de series y cine en este país.

Por suerte, siempre nos quedara el ODER y sus corresponsales gráficos repartidos por toda la geografía que denuncian y velan por una Ensaladilla como Dios manda.

¡¡Larga vida al ODER!!

Antonio Garrido
@AGarridoOficial
Actor

 

 

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